Mi experiencia en el templo y entre monjes, como habéis podido ver fue un constante “challenge myself”. Un constante preguntarme y plantearme muchas de las cosas que en mi vida pensaba y tenia interiorizadas como creencia.
Esto es algo que llevamos en la mochila, y nos es muy difícil de sacar. Lo considero una de las cosas más difícil que tenemos en esta vida, el desaprender.
Me gustaría compartir, aprovechando que es el día de la madre, y que tengo que celebrar lo afortunado que he sido en mi vida con mi familia por tener la madre y el padre que tengo, dos momentos al respecto durante mi etapa en el monasterio.
La primera, es el previo al momento en que te conviertes en monje, la ordenación. En ese momento se realiza una petición al monje que va a ser tu maestro, para que te acepte como discípulo suyo. El te va a cuidar y te va a enseñar todo lo que se sabe se va a convertir podríamos decir en tus nuevos padres. Y se compromete a ello. Por ello, debes de pedirle permiso para saber si acepta o no esa responsabilidad.
Pero antes de esta ceremonia, existe unos cánticos, y unos rituales, para pedirles a tus padres que te dejen convertirte en monje. Sin su permiso, no podrías, incluso ellos normalmente están en esta ceremonia. El convertirse en monje en sí, esta también considerado como un honor y un acto de respeto hacia ellos.
Como curiosidad, decir que todos los Tailandeses, al menos una vez y por un mínimo de 3/4 meses de su vida, tienen que ser monjes. Incluso el Rey, el cual es budista también.
Me pareció un gesto súper bonito, y durante la primera de las oraciones, lo que deseas es gratitud por todo lo que han hecho en tu vida, por darte la vida, por cuidarte, por quererte, educarte y darte todo el amor que solo una madre y un padre saben dar. Ese amor incondicional y especial.
Yo os desee lo más bonito de este mundo Isabel y José Manuel, porque sois y seréis los mejores madre y padre que nunca jamás podré tener. Y por esto hoy, os agradezco de nuevo, como hago cada día, el amor incondicional que me habéis dado en estos 34 años de vida, con un “nô importa qu’à” constante. Hiciese lo que hiciera, liara la que liara.
Feliz día de la madre, mamá